Diciembre de 2014. Tristeza por la oportunidad de campeonato perdida en Olavarría, abandono mediante. Derramó lágrimas amargas aquella vez. Y entró en un estado de angustia que terminó un día, el domingo, muy cerca de casa. Lucas Mohamed volvió a correr en la Clase 2 del Turismo Nacional. Fue feliz por eso (y se dejó embargar por la emoción), por comenzar otro sueño con auto nuevo. Pero el éxtasis llegó con la final, que ganó en durísima lucha con Pablo Ortega.
- ¿Fue como renacer de las cenizas?
- No lo sé. Sí sé que Dios manejó por mí en la carrera de Las Termas de Río Hondo. Me llevó al triunfo, sin dudas.
- ¿Tanto te dolió lo de Olavarría?
- Era una gran oportunidad. Encima mucha gente hizo un enorme sacrificio para ir a verme correr, a verme campeón. Pero no pude cumplirles.
- ¿Cambiás por algo esta victoria?
- Ni por un camión lleno de plata. Es incomparable sentise así. Y mucho más feliz estoy por la gente. Apenas tuve un rato para pensar después de correr, me dije: “antes me costaba encontrar ayuda para poder hacerle cosas al auto. Pero esta vez, cuando necesitaba dinero, aparecía alquien que me lo acercaba. Así se fue armando el auto. Debo mucha plata, por suerte tengo las puertas abiertas en todos lados. Y ahora a cumplir con todos, pero lleno de orgullo y satisfacción.
- ¿Sentís como si te hubieras bañado de gloria?
- Quizás. Si gloria es esta felicidad, seguro que sí. Cuando uno sueña algo, igual se queda corto cuando lo concreta. Esto superó todo lo imaginable para mí. Tal vez es mejor que ganar un título sentir que te transmiten fe para seguir adelante. Ni yo sentía esta confianza. Muchas veces me caí, me decía que no podía llegar. Hubo quienes dijeron que me dormí, que por eso no corrí la primera fecha. Pero muchos saben cuánto trabajamos para ser cada día mejores en lo que hacemos. Pero también como personas, como amigos, como todo. Dedico esta victoria a todos a quienes les falté, a los que traté mal, a los que no pude atender cuando me buscaban en el taller, a quienes me llevaban elementos y dinero, a mi familia, a mis hijos a los que muchos días ni veía, salvo cuando dormían, a mi esposa que me bancó siempre, a mi hija con la que llegué a tener sólo relación por teléfono por falta de tiempo (se quiebra).
- ¿Qué te produce el afecto de la gente?
- Es muy lindo ver cómo disfruta de lo que hago. Compartir mis cosas con todos los que se acercan es una hermosa sensación. Todo el fin de semana me hicieron sentir el afecto. Y eso es impagable.
- ¿Ganar en Las Termas era una asignatura pendiente?
- Claro que sí. En 2014 estuve cerca, pensé que esta vez tampoco iba a poder darse. Este autódromo de Las Termas es una belleza que tuvo a “Toti” Farina como su gran motor. Cada vez que entro a este lugar me dan ganas de quedarme a vivir. Pero tengo bien puesta la camiseta de Tucumán, porque me vio nacer y nunca me iré de esta provincia.
- ¿Por qué no te tenías fe?
- Porque puse este auto en pista trabajando contrarreloj, sin probarlo como me hubiera gustado. Pero las cosas se fueron dando, y en la final me di cuenta en la segunda vuelta de que se podía. El auto estaba espectacular y me dije “bueno, por qué no intentarlo”. Pensé también “por lo menos a Pablo lo voy a hacer asustar”, aunque sabía que tenía un auto espectacular.
- Lo que sentís es un orgullo genuino...
- Claro. Primero porque tengo un gran auto, con un motor tremendo que hace mi papá. Que siempre se hable de él es un gran orgullo, pero eso un poco me desmerecía como piloto. Hoy me siento muy feliz porque creo que manejé muy bien doblando, en lo que el “Golcito” anterior sufría. Pero también gané por todo el corazón de la gente. La última fuerza que me quedaba la puse en el afán de regalarles esto. Esto fue como hacer una torta para compartirla con todos. Era como sacarla de la heladera, pero sin saber cómo había salido.
- ¿Cambiarías este triunfo por un título?
- ¡Pero es que con esta victoria me siento un campeón!